Argentinos que encontraron "el paraíso" en Uruguay

28 de septiembre de 2020

Empresarios que pueden manejar sus compañías a distancia y jóvenes que teletrabajan se instalan en Punta del Este, que tiene un movimiento atípico.

Manuel García Rosa sentía que no crecía, que un año le iba bien y que al año siguiente perdía la mitad de lo que ganaba. Contrataba empleados, pero no les podía pagar. Eran muchos dolores de cabeza para mantener un trabajo combinado con una pasión y en 2016 vendió su academia de golf.

Con esos ahorros, García Rosa, su esposa y sus dos hijos vivieron durante cuatro años por el mundo, pero tras la pandemia del coronavirus y el nacimiento de la tercera hija el matrimonio piensa –como miles de argentinos– en Uruguay como destino permanente.

Para los cuatro es un lugar familiar. Desde mediados de 2018 hasta 2019 vivieron en Punta del Este, pero regresaron a Argentina para el nacimiento de la bebé que tiene cuatro meses. Ahora piensan cuándo volver: si antes de la temporada o en marzo, para el comienzo de clases de los niños de ocho y seis años.

La decisión de irse de Argentina la maduraron en aquel 2016, cuando no solo vendieron la academia sino también el apartamento donde vivían y el auto, y se convirtieron en una familia nómade.

Después de vivir en Indonesia, Vietnam, Japón, Singapur, Nueva Zelanda, Sudáfrica, España y Eslovaquia volvieron a Argentina a hacer trámites para obtener la ciudadanía italiana. Llegaron en mayo de 2018 y tenían que esperar hasta octubre, pero no aguantaron. "Uf, no. Me quiero ir", pensó García Rosa al vivir nuevamente el ritmo de Buenos Aires.

Arturo, su padre, les propuso que mientras esperaban que les confirmaran la ciudadanía italiana vivieran en Punta del Este. Pero el tiempo de espera se convirtió en vida permanente: Manuel y Camila, que eran una familia que estaba como máximo cinco meses en cada país, decidieron quedarse a vivir en la ciudad uruguaya.

Arturo García Rosa vive en Uruguay desde julio de 2012, cuando en Argentina, recordó, había "condiciones parecidas a las actuales". "Había cepo al dólar, inflación descontrolada, falta de clima de negocios", dijo.

Para este empresario –que es consultor y trabaja en el sector del turismo– la pandemia no es el problema más importante de Argentina. "Es una crisis política y hasta moral. Veo una decadencia hace más de 50 años", dijo con tristeza. En 2015, el año en que Mauricio Macri asumió como presidente, García Rosa pensó que llegaría "un milagro" al país, pero el tiempo le demostró que no tenía razón, señaló.

A Manuel García Rosa la tranquilidad de Punta del Este le recordó a su niñez y los cuentos de la infancia de sus padres. Este empresario no se compró un auto en Uruguay y se trasladaba en ómnibus. "Después vas a la playa, vas al bosque. Eso me volvió loco", destacó.

"Cuando fui a la primera escuelita de fútbol con los chicos el lugar era un potrero todo de tierra. Cuando yo iba a una escuelita de baby fútbol en Argentina era en una plaza, una academia de jugadores de fútbol. Hay clases sociales distintas solamente jugando a la pelota y eso me llevó a decir: esto es lo que yo quiero. Esa simpleza, esa diversión que en Buenos Aires no tenés", relató.

El manejo a distancia

Hace 10 años, Alejandro Ginevra y su familia comenzaron a visitar cada vez más seguido Uruguay y hace tres que se alojaron definitivamente en Maldonado. La cercanía entre Punta del Este y Buenos Aires les permite viajar frecuentemente de una ciudad a la otra para seguir los negocios de cerca.

La rutina fue así hasta que el 12 de marzo el empresario llegó por última vez a Uruguay y permaneció en su casa de La Barra hasta setiembre, cuando recién pudo volver a Buenos Aires. Dos de sus cuatro hijos que vivían en Estados Unidos volvieron a Uruguay y desde Uruguay trabajan para Miami. "La pandemia nos sirvió a nosotros para volver a estar con la familia junta después de casi seis años", comentó.

"Vinieron en busca de tranquilidad. Uruguay, en medio de la pandemia, era el lugar elegido de muchos por cómo la encaró. El uruguayo tomó en serio que había que cuidarse, vio que tenía libertades. Todo eso fue valorado y mis hijos se vinieron para acá, en busca de esa tranquilidad que le dio Uruguay a la gente", señaló el empresario.

Sus otros dos hijos viven en Argentina y son los que siguen al frente de GNV Group, una empresa familiar de proyectos inmobiliarios. Ginevra es el presidente de la compañía, que construyó el edificio Madero Harbour en Puerto Madero y tiene las licencias de los World Trade Center en Buenos Aires, Rosario y Córdoba.

En la pandemia, ampliaron el negocio familiar a Uruguay y GNV Group tiene su sucursal en Punta del Este. "Empezamos a ver oportunidades", explicó Ginevra sobre la decisión.

El empresario resaltó que en Uruguay hay una "mayor simpleza" en cuanto a los impuestos. "En Uruguay hay cuatro o cinco impuestos y en Argentina hay 60. Cuando analizás hacer el mismo negocio en Uruguay y en Argentina, (ves que) acá tenés todos los incentivos que te da el Estado para construir", dijo.

Con la apertura de este nuevo negocio comenzaron a llegar las consultas de otros compatriotas: cuando tenía reuniones por Zoom, le pedían que se quedara un rato más para realizarle preguntas.

"Mis amigos llaman y preguntan cómo se hace para radicarse, qué negocio se puede hacer, en qué se puede invertir, qué pueden comprar, cuánto tiempo hay que estar en Argentina y cuánto en Uruguay", indicó Ginevra, que también preside la Cámara de Servicios Inmobiliarios en Argentina, señala El Observador.

Clase alta

La mayoría de los que van a Punta del Este en este contexto de pandemia son personas de poder adquisitivo alto, empresarios que tienen la posibiildad de manejar sus empresas desde Uruguay y jóvenes que pueden trabajar a distancia, describió el alcalde de Punta del Este, Andrés Jafif.

Desde marzo y hasta el 20 de agosto, ingresaron a Uruguay casi 80 mil extranjeros y cerca de 29 mil, fueron argentinos, según los datos de la Dirección Nacional de Migraciones. El alcalde de Punta del Este estimó que desde abril entre dos mil y tres mil argentinos se instalaron en Maldonado.

Eso consiguió que cambiara "la fisonomía de Punta del Este". "Se nota en lugares en los que antes no había movimiento", señaló Jafif y destacó que se están abriendo cafés y que en zonas poco transitadas en invierno, como La Barra y Manantiales, hay una mayor circulación de gente.

Hay otros aspectos que muestran que en esa zona de Maldonado hay una mayor circulación de gente, como la recolección de basura, el consumo de gas y el de luz. Esos valores aumentaron respecto a años anteriores, aunque el alcalde aún desconoce los números concretos. "Lo que está pasando es atípico para cualquier otro invierno", concluyó.

En Punta del Este también están los argentinos que vinieron a pasar el verano con el regreso previsto para marzo, pero por la pandemia del coronavirus decidieron quedarse a vivir los siguientes meses, explicó Jafif.

"Hubo más movimientos de compraventas. Se nota que argentinos que han venido están viendo qué tipo de negocios o de inversión pueden hacer. Están estudiando el mercado, que para ellos es completamente diferente", dijo el jerarca.

La filosofía de facilitarFabio Capano está en Buenos Aires porque sus padres, de 86 años, tienen coronavirus. Su padre está superando la enfermedad, pero el estado de su madre es más grave: "No sé si pasa", se sinceró. Capano es licenciado en comercialización y decidió viajar desde Punta del Este a Buenos Aires para acompañar a sus padres en una ciudad que superó los 207 mil casos. En cuanto pueda, dijo, volverá a Punta del Este, donde vive desde diciembre de 2019. Su plan era ahorrar para retirarse joven e irse a un lugar tranquilo, como la Patagonia, en el sur argentino. Pero esa idea cambió y se fue a vivir al apartamento que tiene en la Playa Mansa tras decidir dejar Argentina.

"Me di cuenta que en Argentina había una mentalidad antiempresa, muy anticapital. Yo no me sentía capitalista ni mucho menos. Siempre fui un trabajador, que hizo una carrera importante, pero nunca me sentí un industrial. Se respiraba un ambiente medio caldeado en relación a la gente que tiene cierto poder adquisitivo", lamentó el expresidente para Sudamérica de la farmacéutica Boehringer Ingelheim.

Capano reconoció que tomar la decisión de venir a Uruguay no fue fácil y le trajo algunos problemas en su casa, como la separación de su esposa –que prefirió llamar impasse porque tiene "esperanzas de retomar"–, que se quería quedar en Argentina.

"Para ser honesto, me sentí un poquito expulsado. Sentí que lo que se venía no me iba a gustar porque era más de algo ya conocido. Tampoco me parece bueno estar masticando algo que no te gusta. Soy un privilegiado que puede elegir", explicó. En Uruguay, en cambio, se sintió bienvenido y notó una "filosofía de facilitar, de no hacerla complicada".

Trabajar y vivir

En 2002, Juan Carlos Buquet vivió en Uruguay con su familia. En esa época el empresario administraba campos y le propuso a su esposa radicarse en este país. Casi 20 años después revive aquella época con una situación similar, aunque ahora está más abocado al desarrollo inmobiliario, un sector en el que ve "una reactivación".

"Pero hay una diferencia: en ese momento Uruguay estaba en una crisis que explotó seis meses después que Argentina. Ahora, si se sigue manejando así, está en una salida de la crisis. Y me parece que es una oportunidad", señaló.

Buquet llegó el 28 de agosto a Punta del Este y, si bien viajaba por negocios una semana por mes, ahora piensa pasar más tiempo en Uruguay. El empresario también tiene administraciones de campos en Argentina y Paraguay, pero quiere manejar los negocios desde el balneario del este.

Para Buquet, lo que influye en la llegada de compatriotas no es solo la extendida cuarentena de Argentina sino también la perspectiva que tienen a futuro. "Vamos hacia un rumbo que a alguna gente no le gusta. A la mitad no le gusta adónde apuntan las medidas, el manejo, la falta de respeto por las leyes, por la justicia. En Uruguay esas cosas más o menos se cumplen bien. Hay un medio más ordenado. Las cosas no cambian todos los días y es un lugar bueno para residir", subrayó.

Sin embargo, el empresario comentó un punto negativo del país: "Es carísimo para nosotros. Vivir en Uruguay hoy es tres o cuatro veces más caro que en Argentina", dijo. Por esto, explicó, quienes llegan son personas que tienen un capital para desarrollarse o tienen perspectivas de conseguir un trabajo. "No cualquiera puede venir", añadió.

Ginevra, en tanto, precisó que los argentinos que llegan a Uruguay lo hacen por distintos motivos: porque hay una menor carga impositiva, por una mejor calidad de vida, porque es un paso intermedio para después viajar a Europa o Estados Unidos o porque quieren que sus hijos vayan a colegios "que tienen otra forma de hacerlos crecer", indica El Obsevador.

Y en su caso fue por calidad de vida. "Con tanta vorágine que tiene Buenos Aires, nunca tenés tiempo de hacer nada. Acá uno tiene tiempo para comerse un asado con algún que otro amigo, para jugar un partido de fútbol. Acá se trabaja a otro ritmo que te permite, además de trabajar, vivir", concluyó.

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